Toblerone, que recientemente ha anunciado su marcha de Suiza, es uno de los chocolates más famosos y reconocidos a nivel mundial por sus ingredientes de alta calidad e icónica forma inspirada en el Monte Cervino.
Un chocolate con solera hecho a base de leche suiza, miel y almendras con más de un siglo de historia, cuyo viaje en el tiempo no ha estado libre de desafíos, uno de ellos en 2016, cuando la compañía anunció que reduciría el tamaño de sus barras de chocolate en el Reino Unido debido al aumento en los costos de los ingredientes después del referéndum del Brexit. Esto llevó a una reacción negativa por parte de los consumidores y la marca finalmente decidió volver a su tamaño original de barras de chocolate.
La vida de una marca consiste en la renovación, deben mantenerse al día con las tendencias y evolucionar para satisfacer las necesidades y deseos de sus consumidores. Toblerone es un claro ejemplo. Durante su larga vida ha lanzado varios productos promocionales, como calendarios de Adviento, cajas de regalo y ediciones especiales para ocasiones como Navidad y San Valentín.
El crecimiento de la demanda mundial ha obligado a la marca a expandir sus fronteras de producción a Bratislava y Eslovaquia para finales de 2023. Y, como suele suceder, todo cambio conlleva una consecuencia, Toblerone se marcha de su Suiza natal.
La ley Swissness aprobada en 2017 tiene como objeto proteger la denominación de origen de sus productos y garantizar la calidad de los productos fabricados en el país que se debe en gran parte a su cultura.
Por lo tanto, aquellas marcas que no sean fabricadas u originarias del país, o que cambien su sede al extranjero no pueden hacer uso de los iconos nacionales del país. Por este motivo, Toblerone tendrá que despedirse de la imagen que le ha acompañado durante décadas, el Monte Cervino. Tendrá que retirarlo de su envase, así como modificar la leyenda de fabricación suiza de su packaging por “fundado en Suiza”.
Es así como la línea del tiempo de uno de los mejores chocolates del mercado, que vio su luz en 1908 a manos de su fundador Theodor Tobler, marca un hito más en su trayectoria. Continuando su camino sin “su” icónico monte, sin Suiza, pero conservando su peculiar forma, que sin duda conquistó (y seguirá conquistando) el corazón y el paladar de miles de consumidores en el mundo.